
Cartas de Manuel Montt a Balmaceda
Presidente de la República Chilena
Transcripcciones
Carta 1 | FECHA: 28 de enero de 1867
Las Mercedes, 28 de enero de 1867
Señor don José Manuel Balmaceda
Mí apreciado amigo:
No tengo inconveniente para desempeñar el encargo que usted me hace en su estimada de 29 del presente que, solo recibí ayer. Nada será más satisfactorio para mí que contribuir en cuanto me sea dado y sin omitir medio alguno, a que desaparezcan motivos de desagrado entre personas a quienes tanto estimo y aprecio. Debe usted contar siempre con esta disposición de mi parte.
Mi deseo principal es que se restablezcan las cosas al estado en que conviene que estén, y que en lugar del resfriamiento de los ánimos vuelva la cordialidad momentáneamente debilitada. Yo quisiera continuar mis pasos en este propósito con una carta de usted en un todo muy afectuoso y en que se manifestase que el cariño y los sentimientos de hijo lo absorben todo en usted sin dejar lugar a otras impresiones. La carta que usted me ha remitido no contraría este propósito, pero no lo favorece tanto como yo lo deseo. Importa en gran manera a mi modo de ver que usted le dé a conocer el mayor rendimiento posible, que no tiene otra voluntad y aspiración que complacerle, que no le será penoso ningún sacrificio que conduzca a este fin y por último que, si su carta no alcanza a borrar toda causa de desagrado, irá personalmente a expresarle sus sentimientos tan luego como reciba un permiso en el particular. Crea usted a mi amistad: nada honraría a usted más que una carta de esta clase. Usted no necesita justificarse de expresiones de dolor proferidas por un padre que lo quiere y que se encuentra actualmente en una situación angustiosa.
Una carta como la que le indicó sería también de mucha importancia para que se acabasen y no volviesen a aparecer jamás motivos de perturbación entre sus señores padre, objeto que usted no podrá menos que mirar como muy preferente. Piense usted en esto, y si mi juicio pesa en el ánimo de usted mándeme la carta en el sentido que le indico. Con ella me iré inmediatamente a San Juan y tengo confianza de encontrar en mi amigo los buenos sentimientos que siempre le he reconocido. Si usted piensa que de este paso en la forma que me lo ha indicado en la que le está contestando, con su aviso procederé reservándome no obstante expresar los sentimientos de usted a mi manera y entregar o no su carta, que por ahora conservo en mi poder, según convenga al fin que me propongo.
Antes de venirme de Santiago hablé varias veces con el señor don Manuel y estas conversaciones me dejaron la impresión que no es difícil un arreglo satisfactorio, plenamente satisfactorio, poniendo cada cual su parte para conseguirlo. Si en este resultado me cabe a mi cooperar en algo, no tendré placer ni satisfacción favor.
Aguardando su respuesta y rogándole ofrezca mis respetos a su estimada señora, le repito que soy siempre su muy afecto servidor y amigo.
Manuel Montt
Carta 2 | FECHA: 10 de febrero de 1867
Las Mercedes, 10 de febrero de 1867
Señor don José Manuel Balmaceda
Mí apreciado amigo:
Después de recibir la estimada de usted del 1º del presente, escribí a Santiago preguntando si el señor don Manuel se encontraba en su punto y desgraciadamente no he tenido respuesta en el particular. La circunstancia de haber salido mi familia de Santiago ha contribuido al retardo de la noticia que esperaba.
Persuadido de que es más oportuno hablar con el señor don Manuel que escribirle, he diferido hasta ahora cumplir con el encargo de usted; pero tan luego como sepa el punto en que actualmente está, me apresuraré a verificarlo. Querría que ha esta fecha todo estuviese ya allanado, porque miro con profundo pesar que estén aun en pie incidentes que deploro, y que no teniendo quizá otra causa que la falta de explicaciones, deben desaparecer cuanto antes. Si usted sabe que el señor don Manuel se haya venido a San Juan, sírvase comunicármelo.
En días pasados supe que la señora Encarnación se encontraba en Algarrobo y que la temperatura y los baños principiaban a influir favorablemente en su salud. Deseo que su restablecimiento sea ya completo y ruego a usted se lo haga presente de mi parte.
En mi propósito de hablar más bien que escribir al señor Manuel entra por mucho mi esperanza de que se salven todas las dificultades a la vez y que al mismo tiempo que usted quede tranquilo, la señora Encarnación libre ya de sus enfermedades, se encuentre igualmente contenta y satisfecha. Que sigan días serenos y apacibles a la nubecilla que por desgracia apareció, es mi más grata esperanza.
Tenga la bondad de ofrecer mis respetos a su estimable señora, y créame siempre su muy afecto servidor y amigo.
Manuel Montt
Carta 3 | FECHA: 19 de febrero de 1867
Las Mercedes, 19 de enero de 1867
Señor don José Manuel Balmaceda
Mí apreciado amigo:
Como le decía a usted en mi carta de 10 del presente que supongo días ha en su poder, esperaba conocer el lugar en que se encontraba el señor don Manuel para proceder a hablar con él. En esta expectativa recibí el sábado 16 su estimada del 9, y no habiendo ya tiempo que perder por estar muy próximo el término del feriado, mandé el domingo un mozo a San Juan para saber si el señor don Manuel estaba en ese punto y marchar en consecuencia a verlo; pero el mozo regresó anoche con la noticia que le dio un señor Cuevas de que el señor don Manuel se encontraba en la costa y trayéndome la carta que yo le había escrito en que le anunciaba una visita. Frustrado este paso, no queda más arbitrio que reservarme para hablar con el señor don Manuel en Santiago, adonde presumo no tardará en volver.
Veo en su apreciada del 9 que usted mantiene la opinión que me había expresado en la suya de primero del presente, y aunque usted deja en esta manera a mi juicio los términos de la nueva carta, confianza que estimo mucho, he pensado que por mi parte debía llevar adelante el paso que indiqué a usted esto es, hablar con el señor don Manuel y hacer o no uso de su carta de usted, según las circunstancias. No he variado de concepto en orden a lo que dije a usted acerca del modo en que convendría que hubiese concebido la carta; pero vista su manera de pensar de usted, he preferido tentar primero el medio de que hablé a usted
Al insinuar a usted la conveniencia de una carta en un tono muy afectuoso y en que usted manifestase que no tenía otra aspiración ni voluntad que complacerle, y aun le expresase el propósito de ir personalmente a satisfacerle en caso preciso, solo fue mi ánimo que está expresión de sus sentimientos deshiciese cualquiera equivocación en que el señor don Manuel pudiera estar acerca de sugestiones de usted para el pensamiento de mi señora Encarnación que usted le anunció. En este punto, las satisfacciones podían ser amplias y completas, sin que ellas impidiesen cumplir con su señora madre las inclinaciones de su corazón y los deberes de la naturaleza. Estos deberes son en verdad indeclinables y el culto que usted les profesa es una de las cosas que más honra a usted; pero como ellas se entienden igualmente al padre, era conveniente armonizarlas en las palabras, como están unidas e inseparables en los sentimientos de usted. Este fue el concepto que traté de expresar anteriormente a usted y sobre el cual vuelvo a hablarle ahora, porque quizá no fui antes bastante explícito.
Conozco el tierno cariño de usted, tanto para su señora madre como para su señor padre, y me consta también que es igualmente entrañable el que ambos profesan a usted. Con este antecedente, no puede menos que robustecer mi confianza en que a primera explicación, esa cordialidad que jamás ha dejado de existir, volverá en toda su extensión a formar la más pura felicidad, tanto de ellos como de usted. Para apresurar este momento me había dispuesto a ir a San Juan, y ya que esto no ha podido desgraciadamente tener lugar, hablaré en Santiago con el señor don Manuel.
Créame usted siempre su muy afecto amigo.
Manuel Montt
Carta 4 | FECHA: 27 de febrero de 1867
San Jeronimo, 27 de febrero de 1867
Señor don José Manuel Balmaceda
Mí apreciado amigo:
Recibí en Las Mercedes la estimada de usted del 12 el mismo día que le dirigí la mía del 19, porque el mozo que la condujo al correo en Curacaví me trajo de vuelta la de usted. Hemos pues coincidido en el mismo pensamiento, esto es, reservar para el regreso del señor don Manuel a esta la conversación que con él me había propuesto tener en San Juan. Yo no adopte esta idea sino después de haberme cerciorado de que el señor don Manuel no se encontraba en la hacienda.
Comprendo cuan penosa debió ser para usted la circunstancia de que me habla en su estimada a que me estoy refiriendo; y como ella no habría tenido quizá lugar si se hubiera verificado mi entrevista con el señor don Manuel, deploro más los incidentes que lo han embarazado hasta ahora. Sin noticia ninguna de las comunicaciones que han mediado entre usted y yo en este último tiempo, tal vez el señor don Manuel ha podido figurarse que había en usted alguna terquedad para dirigirse nuevamente a él y esta falta de antecedentes puede explicar ese continente reservado, frío que usted notó y que no dudó en creer muy distante de los verdaderos sentimientos que abriga con respecto a usted. En las expansiones de la amistad y de la confianza se revelan estos sentimientos en su verdadero carácter y en ellas las he reconocido siempre muy tiernos y afectuosos para con usted. Ojalá esta consideración disminuya en usted en gran parte la impresión recibida.
Al mismo tiempo que he sentido grandemente esta ocurrencia, no puedo dejar de expresarle la satisfacción que experimenté con la conducta observada por usted. Debe usted estar contento de haber obrado siempre como un hijo amante, y mi amigo habrá recibido un nuevo testimonio que borre de su ánimo cualquiera equivocación en que pudiera estar. Este procedimiento surtirá el saludable efecto que es de esperar, porque jamás se llama en vano al corazón de un buen padre.
Confíe usted en este resultado, que no ha de tardar en venir.
Con esta misma fecha escribo al señor don Manuel una carta de amistad y en que sin entrar en especificaciones ni menos aludir a esta última ocurrencia, le insinúo que tengo que hablarle con respecto a usted. Dirijo esta carta a San Antonio Puerto Nuevo, porque me parece haber oído decir antes que desde este punto remitían su correspondencia.
Ninguna noticia encuentro en la de usted acerca de la salud de mi señora Encarnación que deseo mucho esté ya muy buena. Le ruego le transmita estos sentimientos que son los mismos que abriga para su estimable señora y para usted.
Su muy efecto servidor y amigo.
Manuel Montt
Carta 5 | FECHA: 10 de marzo de 1867
Santiago, 10 de marzo de 1867
Señor don José Manuel Balmaceda
Mí apreciado amigo:
He recibido las estimadas de usted de 27 del pasado y 5 del presente. No me sorprende las noticias que usted me comunica porque las aguardaba y estaba persuadido que las cosas habían de volver a ese término; pero no por eso es menos grata mi satisfacción viendo realizada mi esperanza. Esto mismo me autoriza para confiar en que desaparecerán en adelante, sin dejar vestigio alguno, incidencias que he sentido de la misma manera que usted
Como se lo anuncié a usted en mi anterior, al mismo tiempo que dirigía a usted esa, escribí también al señor don Manuel una carta de amistad en la que, entre otras cosas que no eran referentes al encargo de usted, le expresaba mi deseo de verle porque tenía que hablarle de usted cosas que complacerían y le dejarían contento. Esta manera general en que toqué el asunto me permite tratarlo de un modo conveniente a las nuevas circunstancias y que en nada se oponga al resultado ya obtenido. Ignoro hasta ahora si esta carta habrá llegado a manos del señor don Manuel, pero si a su vuelta me dice haberla recibido, hablaré con él en el sentido que acabo de indicarle; mas su se hubiere extraviado, no será entonces preciso tocar la materia conformándome con la prevención de usted
Grande ha sido también el gusto que he tenido, viendo en esta a la señora Encarnación muy restablecida en su salud y con su ánimo tranquilo como era natural que estuviese. Sí me ha dicho que el señor don Manuel no tardará en llegar y esto sin duda contribuirá a hacer más satisfactoria la situación.
Miro las cosas de mis amigos como mías propias y entre ellas con especialidad las que conciernen a usted y a sus señores padres, por quienes tengo tan sincera estimación. No puedo a menos por tanto que repetirle que ha sido para mí agradable la vuelta a la armonía de sentimientos que constituirán la más sólida felicidad de la familia.
Con una de esas aflicciones al hígado que de tiempo en tiempo suelo experimentar, me vine de la hacienda, y sin cosa grave, pero postrado en tanto el cuerpo y ánimo, no me había sido posible escribirle antes de hoy eso que me encuentro ya mejor. Que su salud de usted y de su estimable señora se mantengan buenas, es el deseo de su muy afecto amigo.
Manuel Montt
Reseña biográfica de Manuel Montt

Manuel Montt Torres (Petorca, 4 de septiembre de 1809 – Santiago, 21 de septiembre de 1880). Abogado y político del Partido Conservador y del Partido Nacional o Monttvarista. Presidente de la República desde el 18 de septiembre de 1851 al 18 de septiembre de 1861. Senador entre 1876 y 1880, y diputado por cinco períodos entre 1840 y 1867. Presidente de la Cámara de Diputados en 1840 y entre 1846 y 1849, y Presidente de la Corte Suprema en 1850-1851 y entre 1861 y 1880. Ministro de Estado en los gobiernos de José Joaquín Prieto Vial y de Manuel Bulnes Prieto.
Biografía
Familia y Juventud
Nació en Petorca, Región de Valparaíso, el 4 de septiembre de 1809. Hijo de Lucas Montt Prado y Mercedes Torres Prado.
Se casó el 30 de mayo de 1839 con su prima Rosario Montt Goyenechea, con quien tuvo once hijos.
Estudios y Vida Laboral
En 1822, ingresó al Instituto Nacional gracias a una beca. En el mismo establecimiento realizó el Curso de Leyes.
Posteriormente, se graduó de bachiller en Cánones y Leyes por la Real Universidad de San Felipe. El 23 de octubre de 1830 ingresó a la Academia de Leyes y Práctica Forense de la que egresó el 15 de noviembre de 1831. Realizó su práctica en el estudio del abogado Manuel José Gandarillas Guzmán. Juró como abogado el 17 de diciembre de 1831.
En 1832 fue vicerrector del Instituto Nacional, cargo que ocupó por tres años. Entre 1833 y 1837 fue profesor de Derecho Romano y Derecho Civil y en 1835 fue nombrado rector de la misma casa de estudios. Entre 1838 y 1840 fue director de la Academia de Leyes y Práctica Forense.
Vida política y pública
Participó en el Partido Conservador y, desde el quiebre de esta organización en 1857, fue fundador del Partido Nacional o Monttvarista.
Comenzó su carrera política en la década de 1830. En 1837 ocupó el cargo de oficial mayor interino del Ministerio del Interior, cargo en el que estaba cuando su titular, el ministro Diego Portales Palazuelos, fue asesinado.
Más tarde, fue ministro en varias carteras. Ministro del Interior y Relaciones Exteriores entre el 5 de septiembre de 1840 y el 27 de marzo de 1841, ministro subrogante de Hacienda entre el 12 de septiembre y el 11 de noviembre de 1840, subrogante de Justicia, Culto e Instrucción Pública entre el 21 de diciembre de 1840 y el 27 de marzo de 1841, subrogante de Interior y Relaciones Exteriores entre el 19 y el 24 de mayo de 1841, e interino de Guerra y Marina entre el 14 de diciembre de 1840 y el 18 de septiembre de 1841, todas estas carteras bajo el gobierno de José Joaquín Prieto Vial. Mantuvo este último ministerio en calidad de subrogante bajo el gobierno de Manuel Bulnes Prieto.
Durante el gobierno del presidente Bulnes es nombrado: ministro subrogante de Hacienda entre el 4 de abril y el 2 de marzo de 1843, ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública entre el 27 de marzo de 1841 y el 9 de febrero de 1847, ministro interino de Interior y Relaciones Exteriores el 5 de mayo de 1841 y entre el 5 y el 17 de diciembre de 1841 y ministro subrogante de Guerra y Marina entre el 18 de septiembre de 1841 y el 3 de junio de 1842.
Una de sus preocupaciones centrales fue la fundación de escuelas como la Escuela Normal de Preceptores. También participó en la fundación de la Universidad de Chile en 1842, que se transformó en una institución central del desarrollo cultural del país.
Parlamentario o parlamentaria en el hemiciclo
Legislatura 1840-1843
Diputado suplente por Vallenar y Freirina en 1834. Diputado propietario electo por Valparaíso, periodo 1840-1843. También fue electo por Casablanca pero optó por Valparaíso. Presidente de la Cámara entre el 3 de abril y el 1 de diciembre de 1840.
Legislatura 1843-1846
Diputado propietario por Petorca, período 1843-1846. También fue electo por Copiapó pero optó por Petorca.
Legislatura 1846-1849
Diputado propietario por Petorca, período 1846-1849. También resultó electo por Valdivia pero optó por Petorca. Presidió la Cámara entre el 7 de octubre de 1846 al 29 de mayo de 1849.
Legislatura 1849-1852
Diputado propietario por Santiago, período 1849-1852. Integró la Comisión Permanente de Gobierno y Relaciones Exteriores.
Legislatura 1864-1867
Diputado propietario por Los Andes, período 1864-1867.
Legislatura 1876-1882
Senador propietario por Chiloé, periodo 1876-1882. No se incorporó hasta el 3 de julio de 1876. Integró la Comisión Permanente de Gobierno y Relaciones Exteriores y la de Constitución, Legislación y Justicia. Murió en el ejercicio de su cargo, el 21 de septiembre de 1880.
Presidencia
Fue el primer presidente civil en la historia republicana del país, manteniéndose en el cargo por diez años, entre el 18 de septiembre de 1851 y el 18 de septiembre de 1861.
Asumió en medio de la Guerra Civil de 1851, conflicto que enfrentó un Estado centralizador frente a las demandas de las elites regionales. Ante esta situación se le entregan facultades extraordinarias con el fin de que restableciera el orden por medio de deportaciones y fusilamientos.
Se inspiró en los postulados de Diego Portales, enfrentándose a la Iglesia Católica, institución que defendía su autonomía frente al Estado. Los conflictos estallaron en 1857 con “La Cuestión del Sacristán”, que trajo como consecuencia la división del conservadurismo en dos fuerzas: el Partido Conservador y el Partido Nacional o Monttvarista, integrándose a este último.
El 5 de enero de 1852 firmó junto a su ministro Antonio Varas la Ley que modificó la elección de los senadores suplentes. También impulsó la creación del Observatorio Astronómico, de la Provincia de Arauco, la colonización de la zona sur por medio de la Ley de Colonización y en el norte de Chile estimuló las exploraciones científicas y los levantamientos cartográficos. Se inauguraron los ferrocarriles y el telégrafo de Valparaíso a Santiago y su continuación a Talca.
Una de sus mayores herencias fue establecimiento de la Caja de Crédito Hipotecario, la Ley de Bancos, el fin del diezmo y el término de los mayorazgos, que terminó con la inactividad de las tierras productivas y con una relativa concentración de la propiedad. Durante su período también se terminó de redactar y promulgar el Código Civil. Enfrentó la Guerra Civil de 1859, organizada contra su gobierno por la oposición liberal y regionalista.
Tras dejar la presidencia, fue nombrado ministro plenipotenciario en Perú en 1864, participando en el Congreso Americano de Lima.
Entre 1861 y 1880 fue Presidente de la Corte Suprema. Durante su mandato, entre 1868 y 1869 la Cámara de Diputados presentó y aprobó una acusación constitucional en su contra, la que fue rechazada por el Senado.
Murió el 21 de septiembre de 1880, en Santiago.