
Cartas donde Manuel Montt menciona a J.M.Balmaceda
Presidente de la República Chilena
Transcripcciones
Carta 1 | Dirigida a Álvaro Covarrubias
Valparaíso, 17 de septiembre de 1864
Señor don Álvaro Covarrubias
Muy señor mío y de mi aprecio:
El jueves último salí de Santiago y hoy me he embarcado con los empleados de la legación, a saber, el secretario don Ignacio Zenteno, el oficial de la misma, don Julio Zegers, y el adicto don José Manuel Balmaceda. Además de algunos individuos de mi familia, llevo también conmigo a don Federico García de la Huerta, cuyos servicios serán de utilidad en los objetivos de mi comisión.
Soy de usted seguro y atento afectísimo servidor.
Manuel Montt
Carta 2 | Dirigida a Ambrosio
Santiago, 28 de diciembre de 1870
Mi querido Ambrosio:
Siempre esperé del viaje un resultado favorable para la salud de ustedes, y veo ahora con gusto realizadas mis esperanzas. Falta solo que se complete el restablecimiento, tanto de usted como de la Luz, y que la Clarita se reponga también. Aquí la recordamos todos y a casa momento.
Los niños por acá no tienen novedad, y Ambrosito, cuya salud inspiraba a usted algún temor, se mantiene igualmente bien. Ganó bastante en Las Mercedes y nada ha padecido posteriormente. La indisposición en que quedo a la partida de ustedes la niñita, ha desaparecido del todo, y está siempre gorda y buena. En la demás familia tampoco hay alteración en la salud. Rosa y Eugenio, que se fueron a Ocoa, me dejan muy recomendado que le transmitiese a usted sus recuerdos.
El domingo se verificó aquí la elección de delegados sin entusiasmo, pero con alguna animación más de la que algunos esperaban. Según las noticias recibidas, parece que son muy pocos los departamentos, que no mandaron sus representantes a la convención. Siempre piensan dar principio a sus reuniones para el primero del entrante.
Ni los delegados elegidos, ni ninguna otra cosa permiten hasta ahora calcular con certidumbre cuál será la persona que reúna la mayoría de sufragios. Según la estimación de algunos, el mayor número de delegados son nacionales, y los demás se dividen entre rojos y reformistas, saliendo la mayor parte de aquellos. No he oído hasta aquí expresar a nadie una opinión firme y decidida por persona determinada, y aún me dicen que no falta uno que otro que habla de la conveniencia de fijarse en el círculo mismo de la oposición en persona distinta a las que fijaron en los primeros lugares. Balmaceda, don José Manuel, me decía anoche que no faltaba quien con este propósito indicase a don Alejandro Vial, cosa que reputo por no favorable, pero que, atendido el estado presente, me parece satisfactoria. Si esta indecisión de partidos en la víspera de las elecciones, se expresase por falta de valor en sus opiniones, y no produjese por otra parte la ventaja de hacer desaparecer todo motivo de disidencia en los demás matices de la alianza, no aguardaría, por cierto, favorables resultados. Para mí, un procedimiento de esta naturaleza nacido de elevación de miras nobles y dignas, pero impulsado por falta de energía es perjudicial.
El Gobierno, entre tanto, no se desvía de la candidatura del hombre que mejor y en más alto grado simboliza sus tendencias y pasiones. Hubo no obstante el domingo en Talca una convención pública de gobiernistas para elegir candidato, y como esta invitación es encabezada por los Donoso, partidarios de la candidatura Covarrubias, y no debe suponerse inspirada por ellos, pues tenían por orador al secretario mismo de la intendencia, se aguarda con curiosidad el resultado de la reunión, que hasta hoy solo se conoce en parte. La expectativa no pasa de curiosidad, porque como usted saber, en el juicio común tanto valen Covarrubias como Errázuriz.
El intendente de Ancud es para mí, lo mismo que para usted de ningún valor; pero parece que no opina de igual manera el delegado rojo, pues a pesar de la notable superioridad de número de sus electores, se reputa con título preferente según me han dicho, para asistir convención. Son iguales bajo todos los climas, y los mismos en Caldera y Freirina que en Chiloé.
La buena acogida y franca hospitalidad que el señor Gundián y su estimable señora les han dispensado a ustedes son para mí un motivo de gran gusto, y les quedo a ambos muy obligado por este testimonio de amistad por ustedes. Tenga usted la bondad de saludarlos a mi nombre y expresarles también mí agradecimiento.
Un cariñoso recuerdo de su tatita para la Clarita.
Siempre su afectísimo.
Manuel Montt
Carta 3 | Dirigida a Fermín Vergara
Santiago, 1º diciembre de 1870
Señor don Fermín Vergara
Mi muy querido amigo:
Su carta del 6 del presente ha venido a confirmar las esperanzas que tenía que su salud continuase robusteciéndose cada día más. Ahora es preciso aprovechar completamente la buena situación, y no contentarse con una mejoría a medias, sino afianzar una curación y sanidad total. No ande pues usted con impaciencias, ya para apresurar la vuelta, y para someterse al régimen de alimentos que con- viene, porque lo mejor y más prudente es soportar desde luego las privaciones para gozar después por largo tiempo.
Sobre su familia no le digo nada, porque usted recibirá noticias de Ambrosio y Luz, y porque escribo esta sin haberle visto últimamente, y en el acto de salir de Las Mercedes, en donde he pasado la semana que termina. Transitito y los niños están bien y es seguro que continuarán mejor con las noticias de que usted se repone rápidamente en es.
Acabo de dejar en la estación del ferrocarril a Ambrosio y Luz, quienes espero que mejoren también su salud; pero cuya partida no he podido menos que presenciar con mucho sentimiento. Conoce usted a fondo cuánto cuesta a un padre la separación de sus hijos; y especialmente cuando es por motivos de salud. Yo apuraré mi regreso de Las Mercedes para despedirme de ellos.
Nuestro amigo don Nicolás, que se mantiene bastante regularmente y con quien hacemos frecuentes recuerdos de usted, me encarga ahora corresponder- le los que usted le transmite y expresarle sus amistosos deseos de su completo restablecimiento.
Al hablarle de las cosas políticas no puedo menos que aplaudir el buen espíritu de usted. Ambrosio le informará de la situación de las cosas por acá con más extensión de lo que yo podría hacerlo por hoy, y con más pormenores que lo que lo que permite una carta. Le expresaré sin embargo que el aplazamiento para marzo de la convención, que estaba convocada para enero, y que se me había anunciad como muy probable, parece que ya no tiene lugar. Porque sucede esto y otras muchas cosas, lo sabrá usted por Ambrosio.
No me sorprende la conducta del Intendente porque ha sido mandado para ganar las elecciones por cualquier medio, y porque sus hazañas pasadas le han valido un puesto importante que esperará mejorar con nuevas proezas. Lo que acontece en esa provincia no es más que la repetición de lo que sucede en todas las demás, y es al mismo tiempo un indicio seguro de los días que vendrán para el país. Muy oportuno sería llenar una nota circunstanciada de todos los actos de extorsión con expresión de los nombres, en cuanto se pueda, de las personas sobre quienes recaigan.
Atendiendo a los deseos de usted escribo en este mes al amigo don José María.
En cuanto al propósito de usted de gastar algunos reales, me refiero enteramente a lo que le expresé en mi carta anterior, que deseo tenga a la vista. En dos o tres días a más tardar habrá aquí un acuerdo definitivo promovido por los amigos [José Manuel] Balmaceda, [Jovino] Novoa y [Silvestre] Ochagavía, que como usted sabe, representaron al Partido Nacional en el acuerdo de septiembre.
Al contemplar el estado político presente se experimenta una impresión a la vez penosa e inexplicable. Los hechos no corresponden a la opinión, que quizás nunca se ha pronunciado de una manera más uniforme contra una administración. Yo, sin embargo, y a pesar de todo, no puedo, no quiero perder mi fe en mejores destinos para nuestro país. Si esta fuese una ilusión por desgracia, deseo que me acompañe hasta mi último día.
Adiós por hoy, mi querido amigo.
Manuel Montt
Carta 4 | Dirigida a Francisco de Paula Solar
Santiago, 11 de enero de 1879
Ilustrísimo señor don Francisco de Paula Solar
Mí muy estimado señor y amigo:
He leído detenidamente los papeles cuyo envío me anuncia usted en su estimada de 4 del presente. El informe del deán de 29 de mayo del año pasado sobre las cuentas de los fondos de la catedral me ha causado sorpresa tanto por las observaciones y reparos en él contenidos, como por el tono y el lenguaje empleados. Se lleva el descomedimiento al último punto y en todo se revela un espíritu de insubordinación y de mala voluntad que no puede ni debe tolerarse en un eclesiástico respecto a su prelado.
Ha querido usted examinar todos los reparos con una calma y sangre fría que hace un verdadero contraste con la conducta de su súbdito de usted, y si este procedimiento no ha corregido la altanería, ha demostrado de una manera evidente que en todos los reparos no hay ni siquiera una de aquellas sombras que puedan inducir en error al que lo formula.
No tengo a la vista las disposiciones urgentes en orden a la aprobación de las cuentas y supongo que usted como prelado toca expedir esa aprobación. Siendo esto así no debía usted en mi concepto demorar por más tiempo en dar su resolución y aún me parece que en ella debía usted apercibir de una manera seria y enérgica al deán para que en lo sucesivo cuando tenga que referirse a su prelado le guarde el respeto que le son debidos. Y si este apercibimiento motivase alguna altanería nueva de parte del deán, debería procederse de una manera más enérgica para hacerlo entrar en su deber.
Este es el juicio que he formado en el asunto que, le repito a usted me he instruido con mucha sorpresa por la conducta del deán. La opinión que a usted manifiesto no me deja dudas; pero como el deán como bien se deja comprender anda en acecho de ocasiones para incomodar a usted, convendría quizás que usted amistosamente y de una manera confidencial pusiese en conocimiento de aquel de sus colegas obispo con quien tenga más intimidad una copia de los documentos de la materia y le pidiese su dictamen en el particular. Este paso tendría a mi juicio la ventaja de que se conociese y apreciase la conducta del deán, y si hiciese justicia a medidas más severas que preveo se ha de ver usted en el caso de adoptar antes de mucho tiempo. No es posible que usted deje de hacerse respetar como es debido. Le indico a usted el paso que precede para que usted vea si atendida las circunstancias y sus relaciones más o menos estrechas con los otros obispos, conviene o no adoptarlo.
Respecto de arzobispo, no repetiré a usted lo que los diarios han publicado en estos días, que usted verá en ellos. Por interpelación de Balmaceda el ministro de Justicia ha declarado en las Cámaras que el Gobierno no ha recibido noticia alguna de que Su Santidad se niegue a preconizar al propuesto. No sé qué juicio formar entre las afirmaciones contradictorias de los unos y los otros, pero abrigo temores de que este asunto sea origen de perturbaciones serias.
Por lo demás, las cosas públicas presentan cada día un aspecto menos satisfactorio, y aún señalarle a usted en general el desconcierto que se nota en la marcha del Gobierno hasta en los negocios más importantes, causa repugnancia. No se divisa otro remedio a esta situación que el que puede nacer de un congreso que ponga término a tan graves males. Y si el país no lo comprende así y no manda a la representación nacional hombres de sanas ideas, será necesario renunciar por ahora a toda esperanza.
La intervención del Gobierno en las elecciones es cada día más abierta. Dominado de una manera abyecta por un pequeño círculo de rojos, se entrega completamente a ellos.
Antes de recibir la estimada de usted, Pedro me había dicho que algunas personas de Castro querían elegirlo su representante, y bien preveo que este propósito ha de ser combatido por el Gobierno y hostilizado también por los conservadores, que parece que obran más a impulso de pasiones que por móviles de conveniencia pública. Nada más diré a usted sobre esta materia por tratarse de persona de mi familia.
Dese que usted se conserve con buena salud y que me crea siempre su muy afecto servidor y amigo
Manuel Montt
Carta 5 | Dirigida a Juan Garay
Santiago, 24 de abril de 1873
Señor don Juan Garay
Muy señor mío de mi aprecio:
Don José Manuel Balmaceda, uno de los dueños del canal de Las Mercedes, me ha dicho que tratan ya de delinear este canal desde la boca del socavón en la Pataguilla hasta Ibacache, y como se le ha de dar más o menos anchura y profundidad según el número de regadores de agua que lleve, me ha pedido que le pregunte a usted si decidió por su parte tomar algunos regadores. El precio que ha indicado el señor Balmaceda para cada regador es el de cuatro mil pesos, entregado en el fundo de usted, o de tres mil quinientos entregado después de la salida del socavón en la Pataguilla en el camino de Valparaíso. En este último caso, usted tendría que contribuir con la parte de gastos correspondiente a los regadores que tomase y en proporción al número total de regadores que condujese el canal que se ha de abrir.
Transmito a usted esta indicación del señor Balmaceda porque él desea saber la resolución de usted en esta materia.
Soy siempre de usted su muy afecto servidor.
Manuel Montt
Santiago, 2 de mayo de 1873
Señor don Juan Garay
Muy señor mío de mi aprecio:
Comunicaré al señor Balmaceda lo que usted me dice en su estimada de 27 del pasado en orden al agua. Como yo no he tenido en este asunto otro propósito que transmitir a usted una noticia para el caso que le fuese útil, pues carezco de toda intervención, y absolutamente de todo interés en las ventas de agua que pueden hacerse, nada más puedo hacer ya en el particular.
No espero poder dar tan pronto una vuelta por esos lugares y mientras no tenga la oportunidad de verle, le repito que soy siempre su muy afecto servidor.
Manuel Montt
Carta 6 | Dirigida a Pedro
Las Mercedes, 16 de septiembre de 1873
Mi querido Pedro:
Recibí tu estimada del 19, y según ella, si no estoy equivocado en la inteligencia que le doy, pueden continuare los trabajos del canal en el fundo de Ortúzar, en virtud de sentencia de la corte. Me dices que esta sentencia confirmó la de Amunátegui, que declaró sin efecto la suspensión de los trabajos del canal, y como yo no tenía noticia de semejante resolución de Amunátegui, sino únicamente del asunto en que mandó suspender la obra, por esto es que me ha quedado algún poco de duda.
Si puede seguirse trabajando en lo de Ortúzar, sería importante saber si se sentencia el asunto con Covarrubias y si obtiene que sigan también los trabajos en esa parte. Si llega a tu conocimiento alguna noticia de estas, comunícamela, del mismo modo que lo que sepas en orden a las propuestas de José Manuel Balmaceda para la provisión de agua en Valparaíso.
Tengo ganado que vender y en ocho o diez días más sabré sobre el número y clase. Entre tanto, ofreciéndose oportunidad, averigua el precio de las vacas secas, si será fácil vender algunas paridas regulares lecheras y el precio de los torunos y bueyes. Sobre vacas lecheras puedes conversar algo como cosa tuya con José Manuel Infante y sobre el precio de los demás con Rafael Montt.
Dale mis recuerdos en casa de Luz y Rosa, a quienes lo mismo que a ti, deseo buena salud.
Manuel Montt
Carta 6 | Dirigida a Rafael Montt
Santiago, 10 de noviembre de 1869
Señor don Rafael Montt
Mí apreciado amigo:
No te he contestado a tu estimada de dos del presente porque esperaba ver el curo de las cosas en esta para comunicarte lo que ocurriese. Hasta ahora las cosas siguen como tú las dejaste, y como te las di a conocer en las conversaciones que aquí tuvimos. Se hace poco y no conservo muchas esperanzas de que se haga algo más. Como estas operaciones están ligadas hasta cierto punto con esas, creo de necesidad que tu conozcas lo que por acá acontece y aun, que lo conozca también Anacleto, sin necesidad por supuesto de ir a desalentar los que se sientan animados de buen espíritu y quieran proceder con el interés que es debido.
Esta situación de las cosas me confunde también sus recelos acerca de los auxilios con que la gente de por acá pueda ayudar a la de esa, y esta es una consideración que conveniente también se tenga presente. Por lo que a mí personalmente respecta, estoy dispuesto a contribuir como te lo expresé aquí.
Dados estos antecedentes, conviene a mi juicio que se continúen tomando en la parte posible las medidas preparatorias de calificación u otras para que se esté dispuesto acercándose la elección a empeñar las fuerzas o no empeñarlas según sea más o menos eficaz el auxilio que de por acá pueda ir.
Me parece necesario que tú hables con Anacleto, manifestándole lo que te dejo expresado, que con las conversaciones que aquí tuvimos te pasas a comprender bien cuál es mi opinión en el particular. Insisto en mi idea de que tú no debes hacer sacrificios, como repetidas veces te lo dije aquí, y te pido que le reiteres lo mismo Anacleto.
Por tu carta antes mencionada, por lo que he conversado con Balmaceda y por una carta que he tenido de Anacleto, veo que Anacleto ha contraído una especie de compromiso con José Manuel. En este estado no veo tampoco por mi parte que cosa se pueda hacer.
Tú sabes el aprecio que tengo por José Manuel, aprecio que justamente se merece por todas sus buenas condiciones, pero como se trataba de un cargo que en las circunstancias presentes más que en cualesquiera otras requiere la práctica y el hábito de las discusiones, larga experiencia de los debates y hasta cierta posición política que de prestigio y valimiento a la palabra, había sido mi deseo que la designación recayese en don Jovino Novoa, que reúne todas estas cualidades. Como no sería absolutamente posible que este amigo ocupase el segundo lugar ni tampoco de ninguna manera conveniente que se variase la designación hecha en este para este segundo lugar no hay para que tratar ya de esto.
Las próximas cámaras van a tener funciones muy importantes. A más de la reforma constitucional se encontrarán con la inauguración de una nueva administración. Lo que resultará de un Congreso compuesto de individuos de un partido cuyas tenencias y propósito son bien conocidos, [y] pueden fácilmente preverse. Los diputados de oposición tendrán que suplir por su palabra la fuerza que les falta por su número, y este será quizás el único medio de evitar en parte los males que todos divisan venir. Dios quiera proteger a la República. Deseo que la salud de tu señora se haya reestablecido y que el resto de tu familia no tenga novedad. Soy siempre tu afectísimo amigo.
Manuel Montt
Reseña biográfica de Manuel Montt

Manuel Montt Torres (Petorca, 4 de septiembre de 1809 – Santiago, 21 de septiembre de 1880). Abogado y político del Partido Conservador y del Partido Nacional o Monttvarista. Presidente de la República desde el 18 de septiembre de 1851 al 18 de septiembre de 1861. Senador entre 1876 y 1880, y diputado por cinco períodos entre 1840 y 1867. Presidente de la Cámara de Diputados en 1840 y entre 1846 y 1849, y Presidente de la Corte Suprema en 1850-1851 y entre 1861 y 1880. Ministro de Estado en los gobiernos de José Joaquín Prieto Vial y de Manuel Bulnes Prieto.
Biografía
Familia y Juventud
Nació en Petorca, Región de Valparaíso, el 4 de septiembre de 1809. Hijo de Lucas Montt Prado y Mercedes Torres Prado.
Se casó el 30 de mayo de 1839 con su prima Rosario Montt Goyenechea, con quien tuvo once hijos.
Estudios y Vida Laboral
En 1822, ingresó al Instituto Nacional gracias a una beca. En el mismo establecimiento realizó el Curso de Leyes.
Posteriormente, se graduó de bachiller en Cánones y Leyes por la Real Universidad de San Felipe. El 23 de octubre de 1830 ingresó a la Academia de Leyes y Práctica Forense de la que egresó el 15 de noviembre de 1831. Realizó su práctica en el estudio del abogado Manuel José Gandarillas Guzmán. Juró como abogado el 17 de diciembre de 1831.
En 1832 fue vicerrector del Instituto Nacional, cargo que ocupó por tres años. Entre 1833 y 1837 fue profesor de Derecho Romano y Derecho Civil y en 1835 fue nombrado rector de la misma casa de estudios. Entre 1838 y 1840 fue director de la Academia de Leyes y Práctica Forense.
Vida política y pública
Participó en el Partido Conservador y, desde el quiebre de esta organización en 1857, fue fundador del Partido Nacional o Monttvarista.
Comenzó su carrera política en la década de 1830. En 1837 ocupó el cargo de oficial mayor interino del Ministerio del Interior, cargo en el que estaba cuando su titular, el ministro Diego Portales Palazuelos, fue asesinado.
Más tarde, fue ministro en varias carteras. Ministro del Interior y Relaciones Exteriores entre el 5 de septiembre de 1840 y el 27 de marzo de 1841, ministro subrogante de Hacienda entre el 12 de septiembre y el 11 de noviembre de 1840, subrogante de Justicia, Culto e Instrucción Pública entre el 21 de diciembre de 1840 y el 27 de marzo de 1841, subrogante de Interior y Relaciones Exteriores entre el 19 y el 24 de mayo de 1841, e interino de Guerra y Marina entre el 14 de diciembre de 1840 y el 18 de septiembre de 1841, todas estas carteras bajo el gobierno de José Joaquín Prieto Vial. Mantuvo este último ministerio en calidad de subrogante bajo el gobierno de Manuel Bulnes Prieto.
Durante el gobierno del presidente Bulnes es nombrado: ministro subrogante de Hacienda entre el 4 de abril y el 2 de marzo de 1843, ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública entre el 27 de marzo de 1841 y el 9 de febrero de 1847, ministro interino de Interior y Relaciones Exteriores el 5 de mayo de 1841 y entre el 5 y el 17 de diciembre de 1841 y ministro subrogante de Guerra y Marina entre el 18 de septiembre de 1841 y el 3 de junio de 1842.
Una de sus preocupaciones centrales fue la fundación de escuelas como la Escuela Normal de Preceptores. También participó en la fundación de la Universidad de Chile en 1842, que se transformó en una institución central del desarrollo cultural del país.
Parlamentario o parlamentaria en el hemiciclo
Legislatura 1840-1843
Diputado suplente por Vallenar y Freirina en 1834. Diputado propietario electo por Valparaíso, periodo 1840-1843. También fue electo por Casablanca pero optó por Valparaíso. Presidente de la Cámara entre el 3 de abril y el 1 de diciembre de 1840.
Legislatura 1843-1846
Diputado propietario por Petorca, período 1843-1846. También fue electo por Copiapó pero optó por Petorca.
Legislatura 1846-1849
Diputado propietario por Petorca, período 1846-1849. También resultó electo por Valdivia pero optó por Petorca. Presidió la Cámara entre el 7 de octubre de 1846 al 29 de mayo de 1849.
Legislatura 1849-1852
Diputado propietario por Santiago, período 1849-1852. Integró la Comisión Permanente de Gobierno y Relaciones Exteriores.
Legislatura 1864-1867
Diputado propietario por Los Andes, período 1864-1867.
Legislatura 1876-1882
Senador propietario por Chiloé, periodo 1876-1882. No se incorporó hasta el 3 de julio de 1876. Integró la Comisión Permanente de Gobierno y Relaciones Exteriores y la de Constitución, Legislación y Justicia. Murió en el ejercicio de su cargo, el 21 de septiembre de 1880.
Presidencia
Fue el primer presidente civil en la historia republicana del país, manteniéndose en el cargo por diez años, entre el 18 de septiembre de 1851 y el 18 de septiembre de 1861.
Asumió en medio de la Guerra Civil de 1851, conflicto que enfrentó un Estado centralizador frente a las demandas de las elites regionales. Ante esta situación se le entregan facultades extraordinarias con el fin de que restableciera el orden por medio de deportaciones y fusilamientos.
Se inspiró en los postulados de Diego Portales, enfrentándose a la Iglesia Católica, institución que defendía su autonomía frente al Estado. Los conflictos estallaron en 1857 con “La Cuestión del Sacristán”, que trajo como consecuencia la división del conservadurismo en dos fuerzas: el Partido Conservador y el Partido Nacional o Monttvarista, integrándose a este último.
El 5 de enero de 1852 firmó junto a su ministro Antonio Varas la Ley que modificó la elección de los senadores suplentes. También impulsó la creación del Observatorio Astronómico, de la Provincia de Arauco, la colonización de la zona sur por medio de la Ley de Colonización y en el norte de Chile estimuló las exploraciones científicas y los levantamientos cartográficos. Se inauguraron los ferrocarriles y el telégrafo de Valparaíso a Santiago y su continuación a Talca.
Una de sus mayores herencias fue establecimiento de la Caja de Crédito Hipotecario, la Ley de Bancos, el fin del diezmo y el término de los mayorazgos, que terminó con la inactividad de las tierras productivas y con una relativa concentración de la propiedad. Durante su período también se terminó de redactar y promulgar el Código Civil. Enfrentó la Guerra Civil de 1859, organizada contra su gobierno por la oposición liberal y regionalista.
Tras dejar la presidencia, fue nombrado ministro plenipotenciario en Perú en 1864, participando en el Congreso Americano de Lima.
Entre 1861 y 1880 fue Presidente de la Corte Suprema. Durante su mandato, entre 1868 y 1869 la Cámara de Diputados presentó y aprobó una acusación constitucional en su contra, la que fue rechazada por el Senado.
Murió el 21 de septiembre de 1880, en Santiago.