Lejos de Chile, Rubén Darío se enteró de la muerte de Pedro Balmaceda a quien tanto apreciaba. Entonces, escribió A. de Gilbert, en honor a su amigo y al artista que había elegido tal seudónimo para firmar sus escritos que escasamente publicó.
En el libro, Darío entregó una reseña de las vivencias compartidas con su amigo, dejando constancia de su paso por Chile.
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