La decisión del Presidente José Manuel Balmaceda de cobrar por cada quintal de salitre chileno exportado, -controlado por capitales británicos-, desató la agresión del imperialismo inglés. Sus aliados internos, los políticos Edwards, Walker, Montt  y Mac Iver, entre otros, formaron con oficiales prusianos (encabezados por Emil Körner) un ejército que venció a las fuerzas balmacedistas en Concón y Placilla.

El 21 de agosto de 1891, en el transcurso de la llamada “Revolución de 1891”, se enfrentaron las fuerzas gubernamentales, constituidas por el Ejército de Chile y dirigido por los héroes de la Guerra del Pacífico, al mando del Presidente Balmaceda, contra las fuerzas armadas del Congreso Nacional, denominado “ejército congresista” conducido por el coronel Emil Körner y la marina. La lucha fue sangrienta y duró más de 5 horas. Las fuerzas congresistas en disposición de moderno armamento, traído desde Europa, ametralladoras y artillería ligera, hicieron retroceder a los destacamentos del Ejército hacia las colinas de la ribera sur del Aconcagua, con grandes pérdidas. Según la historiográfica oficial, los caídos superaron los 10.000 combatientes.

El frente del Ejército cedió finalmente y sus restos se replegaron hacia Valparaíso en gran desorden, mientras las fuerzas congresistas al mando de Körner recuperaron sus bajas y aumentaron sus efectivos con numerosos soldados del Ejército capturados. Cayeron en poder de los vencedores toda la artillería, municiones, parque y miles de fusiles. Posteriormente, las fuerzas congresistas avanzaron hacia Valparaíso para tomar la ciudad, pero las fuerzas del Ejército, reforzadas con tropas provenientes del sur y que llegaron a la ciudad por ferrocarril, les hicieron frente y se desplegaron en batalla en la actual ciudad de Viña del Mar, obligando a los congresistas a rodear Valparaíso por el Este. Las fuerzas de Balmaceda les salieron al paso, dando lugar al segundo combate, a la Batalla de Placilla, el 28 de Agosto de 1891, donde finalmente el Ejército fue vencido.

Los vencedores tomaron el control total del poder, del salitre chileno y reformaron a las órdenes del coronel prusiano Emil Körner la imagen y estructura del Ejército chileno dándole el actual aspecto a la usanza alemana.

Balmaceda fue el primer Jefe de Estado de Chile que visitó las provincias del norte. En su discurso del 7 de marzo de 1889 señaló: «Mis conciudadanos tienen sus ojos fijos en Tarapacá. Y es natural, porque de esta región mana la sustancia solicitada en todos los mercados del mundo para rejuvenecer la tierra envejecida, y porque somos los transformadores necesarios de las fuerzas productivas de la superficie cultivada por las manos del hombre. La extracción, la elaboración, el acarreo, el embarque, los fletes de mar y la aplicación del salitre, lo mismo que la minería y la industria subalternas y el comercio y el ejercicio del crédito y la resultante económica de la variedad de factores tan graves como interesantes, se imponen a la contemplación de todos, y especialmente del legislador y del hombre de Estado. La extracción corresponde a la libre competencia de la industria misma. Más la propiedad salitrera particular y la propiedad nacional son objeto de seria meditación y estudio. La propiedad particular es casi toda de extranjeros y se concentra activamente en individuos de una sola nacionalidad. Preferible sería que aquella propiedad fuese también de chilenos, pero si el capital nacional es indolente o receloso, no debemos sorprendernos de que el capital extranjero llene con previsión e inteligencia el vacío que el progreso de esta comarca hace la incuria de nuestros compatriotas. La próxima enajenación de una parte de la propiedad salitrera del Estado abrirá nuevos horizontes al capital chileno, si se modifican las condiciones en que gira, y si se corrigen las preocupaciones que lo retraen. La aplicación del capital chileno en aquella industria producirá los beneficios de la explotación por nosotros de nuestras riquezas, y la regularidad de la producción sin los peligros de un posible monopolio. Ha llegado el momento de hacer una declaración a la faz de la república entera. El monopolio industrial del salitre no puede ser empresa del Estado, cuya misión fundamental es sólo garantizar la propiedad y la libertad. Tampoco debe ser obra de particulares, ya sean éstos nacionales o extranjeros, porque no aceptaremos jamás la tiranía económica de muchos ni de pocos. El Estado habrá de conservar siempre la propiedad salitrera suficiente para resguardar con su influencia la producción y su venta, y frustrar en toda eventualidad la dictadura industrial en Tarapacá».

El Gobierno de Balmaceda tenía una política económica orientada a lograr la industrialización de Chile, que tenía 3 millones de habitantes, romper con la dependencia del capital inglés en la industria salitrera y elaboraba un programa para generar las condiciones para el desarrollo de un capital nacional. Hoy se cumplen 124 años desde la Batalla de Concón y reflexionamos sobre lo ocurrido y el futuro del país.